HISTORIA DE LA VERACRUZ

La Parroquia de la Veracruz está ubicada frente al costado occidental de la Plaza de San Francisco —actual Parque Santander—, entre el Templo de San Francisco y el de la Tercera Orden Franciscana, sobre la calle 16 con carrera séptima. Esta parroquia forma parte de la Vicaría de la Inmaculada Concepción.
Apenas ocho años después de la fundación de Bogotá, se construyó una pequeña ermita al otro lado del río Vicachá, en dirección al camino de Tunja, como lo señala una inscripción en el muro exterior que da a la calle 16.
En 1597 fueron depositados provisionalmente en este lugar los restos del fundador de la ciudad, Gonzalo Jiménez de Quesada, traídos desde Mariquita, Tolima, antes de su traslado definitivo a la Catedral de Bogotá.
En 1631, la ermita fue ampliada por la Hermandad de la Veracruz. La construcción siguió el estilo colonial, simple y sobrio, similar al de la Iglesia de la Concepción y otras iglesias primitivas de la capital. El templo contaba con dos puertas en el muro oriental, provistas de grandes aldabones, así como con ventanas de arco rebajado. Poseía una espadaña de tres cuerpos de campanas orientada hacia el Templo de San Francisco y un altar mayor con un sencillo retablo adosado al muro norte.
La Hermandad de la Santa Vera Cruz, encargada del templo, tenía como misión principal la organización de las procesiones de Semana Santa. Sin embargo, durante el periodo conocido como la Época del Terror, entre junio y noviembre de 1816, la iglesia se volvió tristemente célebre. Aquí fueron sepultados, en una fosa común, cerca de 80 próceres de la Independencia, ejecutados por las tropas españolas bajo el mando de Pablo Morillo. Entre ellos se encuentran figuras como Antonio Villavicencio, Francisco José de Caldas, José Ramón Leiva, José María Carbonell, Emigdio Benítez, Joaquín Camacho, Crisanto Valenzuela, Jorge Tadeo Lozano, Francisco Antonio Ulloa, José Miguel Montalvo, Miguel Buch, entre otros.
En 1827, un terremoto destruyó parcialmente la iglesia, pero fue rápidamente reconstruida conservando su estilo colonial original.
El 31 de enero de 1891, el ilustre arzobispo de Bogotá, Ignacio León Velasco, erigió la iglesia como parroquia. Su primer párroco fue el presbítero Leónidas Medina.
En 1910, con motivo del Centenario de la Independencia, se llevó a cabo una nueva reconstrucción financiada por la Gobernación de Cundinamarca. Sin embargo, esta restauración se realizó según el estilo francés, muy popular en esa época, lo que le hizo perder gran parte de su carácter original. Aun así, ese mismo año, la iglesia fue declarada Panteón Nacional.
En 1959, se emprendió una nueva restauración con el objetivo de devolverle su estilo arquitectónico original, el cual se conserva hasta el día de hoy.

El templo actual cuenta con una nave principal y una nave lateral, adornadas con numerosos retablos e inscripciones dedicadas a los próceres de la Independencia. En una capilla lateral se encuentra la imagen de la Virgen Dolorosa y la del Señor Caído. En la parte delantera de la nave lateral, se halla un nicho con una de las imágenes más bellas de la Niña María; en la parte trasera, otro nicho resguarda la imagen colonial del Señor de la Buena Esperanza.
El presbiterio, cuyo altar y sagrario están enchapados en plata, está cubierto por un sencillo baldaquino. En la pared que da al Parque Santander hay dos nichos: el posterior contiene la imagen del Cristo de los Agonizantes, ante la cual los próceres pasaban su última noche, asistidos por la Hermandad de la Veracruz; el anterior alberga la imagen del Cristo de los Mártires, una joya histórica que acompañó a los condenados durante su trayecto al cadalso y luego encabezó su cortejo fúnebre hacia la iglesia, junto con una campana que era tañida por un lego franciscano durante esas sombrías procesiones.
Las cenizas de los próceres reposan en una tumba cavada frente al presbiterio. Una gran piedra la cubre, y sobre ella, en letras de bronce, se lee la inscripción escrita por el ilustre padre Félix Restrepo S.J.:
"Aquí yacen unidos en el abrazo de la muerte muchos insignes mártires de la patria. Vivieron en la fe de Cristo, murieron por la libertad y esperan la resurrección en este panteón venerado. Lux perpetua luceat eis. 1810-1910."